Querida amiga mía. Son tantos los momentos que hemos pasado juntos, y en tan poco tiempo, que aún huelo tu perfume entre mis carnes. Sería un mentiroso si no te confesara que aún pienso en ti cada mes, cada semana, por el día, por la noche, minuto a minuto, segundo a segundo. Mi verdad sólo la puedo expresar con palabras. Ante el miedo a que se vuelen, las escribo para que perduren eternamente.
Siempre he querido que supieras de este amor, que por falta de valentía no he podido transmitirte. Hay momentos en la vida que es mejor perder. No me gustan los empates. Es tan corto lo que nos toca vivir que ahora es demasiado tarde. Te hubiera dicho que te quiero, que te amo, que eras lo mejor que he conocido en mi vida. He sido tonto al no saber decírtelo.
Las últimas palabras que me dijiste fueron tristes, apagadas, llanas… Me esperaba algo más en aquella despedida. Un abrazo fuerte y cariñoso hubiera sido suficiente, para calmar mis ansias de tocarte, besarte y amordazarte. Ahora intento hasta evitar novelas de amor, que puedan afectarme a causa de esta locura permanente, que me atormenta.
He perdido una guerra y mil batallas a causa de mi ignorancia y de mi inmadurez. Mis castillos de arena se han hundido. El reloj que late dentro de mi cuerpo ha perdido la noción del tiempo. Ya no como, ni duermo, ni vivo…
Quiero lo mejor para ti. Por eso rezo todas las noches porque estés bien. Le pido a Dios que guíe tu camino, para que no tropieces con las piedras equivocadas. Siempre serás parte de mi motor y de mi vida. El amor es un sentimiento tozudo, que acostumbra a ser libre y despierto, pues cada cual elige echar su rumbo, y zarpar en él con un barco perfecto. Nunca me he rendido. Aún naufragando entre las olas, soy un superviviente testarudo. Se que esta es otra cruzada perdida. Pero mis palabras son puras, por eso quiero que se eternicen.
Saber que este mensaje sólo caerá en sacos rotos me enerve completamente. Convertirse en polvo para que después alguien, con el poder de un soplido, me haga volar, me rompe el alma a trozos pequeños. Por eso, aprovecho esta ocasión para mostrarte la huella que hierve en mis adentros. Esa que has creado con tanto mimo y tanta alegría. El sol que me guía en este desierto de atascos y tempestades. La estela que ha hecho que cavile cada mes, cada semana, por el día, por la noche, minuto a minuto, segundo a segundo.
miércoles, 13 de abril de 2011
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Precioso, sencillamente precioso.
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