viernes, 25 de marzo de 2011

Mi querido administrador

Hoy estoy más arto que ayer. Mi paciencia se ha agotado. No puedo coger un periódico o encender la televisión y que siempre salga lo mismo. ¿Cómo puede haber gente muriéndose de hambre? Si repartiendo equitativamente toda la riqueza del mundo a partes iguales, sólo haría falta que trabajáramos 3:30 horas cada uno. Viviríamos más felices. Pero claro, se me escapan detalles. Como si de agua de lluvia estuviera hablando, entre las manos se me resbalan factores e intereses que no comparto. Por eso he decidido embarcarme en un viaje imaginario. Si yo tuviera ese maldito poder traicionero y repugnante… si dispusiera de tanto, cuanto que haría…
Me despierto y me encuentro en un palacio. Rodeado de concubinas y vestido con sábanas transparentes. La cama es enorme y en ella caben al menos 10 personas. Sé que es un sueño, pero tengo que aprovecharlo. Llamo a mi criado y le digo que me traiga al administrador.
- Querido administrador, he tenido una visión. Necesito que me ayudes a realizar un trabajo difícil. ¿Cuánto dinero tenemos en estos momentos?
El administrador, cogió un libro enorme y lo abrió.
- Ahora mismo, tendríamos para comprar más de medio mundo mi señor, dijo el administrador.
En ese momento, le propongo a mi administrador lo siguiente:
Has de coger todo el dinero que tenemos y dividirlo en partes iguales, para repartirlo entre los sitios que te voy a ir diciendo. En Haití destinarás una parte, también en Nicaragua y Guyana. Después haces un viaje relámpago hacia África y repartes más dinero entre Zimbabue, República democrática del Congo y Liberia. De África coges un tren, que sale más barato que en avión, y te vas a Asia, allí repartes entre Afganistán, Franja de Gaza y Cisjordania. Una vez hecho eso, vuelves a Europa para entregar varios paquetes más, en Kosovo, Moldavia y Montenegro. No te desesperes, que estarás terminando. Haces un último desplazamiento a Oceanía y allí racionas entre Tokelau, Tuvalu y las Islas Salomón.
Cuando he terminado de decirle todo esto a mi administrador, este con cara de extrañado me dice:
- Pero señor, si repartimos todo ese dinero nosotros no tendremos nada. Sólo nos quedarán las parcelas arrendadas, los animales, el palacio y una estatua de oro.
- No te preocupes, has de repartirlo todo también. Solamente tenemos que quedarnos con nuestra vida.
En ese momento, me encuentro en una cafetería. Qué alboroto, la gente corre muy deprisa, no se para a escuchar, a oler, a sentir… En una de las mesas de la cafetería hay un periódico, empiezo a leerlo y en una esquinita pone:
“Países de todo el mundo asombrados. Un rico-loco en paradero desconocido dona miles y miles de millones a los países más pobres del mundo”
En ese momento pienso, imposible. ¿Quién haría algo así?

1 comentario:

  1. Impresiona el contraste sueño-realidad, has conseguido meterme en la historia desde el principio...
    No dejas de sorprenderme Jico! ;)

    ResponderEliminar