Qué difícil es parar el mundo y coger de cada rincón del mundo y de cada persona lo mejor de ella. Porque al fin y al cabo los seres humanos no somos perfectos. Hay quién se cree que sí, pero egocéntricos también los hay. Digamos que las personas tenemos dos estructuras, una interna y otra externa. La externa es la más fácil. Tiene que ver con nuestro cuerpo, hay personas que se cuidan y otras que no, pero todos nos preocupamos un poco por nuestro cuerpo exterior. La belleza es algo que nos puede hasta volver locos, con el paso del tiempo nos volvemos más exquisitos, queremos tener un tipo más cuidado, hacer que nos vean de otra forma. Hacemos deporte para mantener la línea, controlamos la comida, los excesos, etcétera. Nos preocupamos demasiado por hacer que nos vean bien, que no lo crítico, sólo estoy haciendo una reflexión no detallada de lo que solemos hacer.
Y luego está la parte interna, esta es la complicada. Normalmente la gente no cuida su parte interna, porque pasan tanto tiempo preocupados en la externa que la interna se les olvida. La parte interna tiene un poco que ver con la forma de ser, la personalidad, la inteligencia, digamos que todo lo que una persona trabaja durante toda su vida para llegar al punto más difícil de esta, que es la felicidad. Esa excelencia oculta en algún rincón de nosotros, que buscamos constantemente pero que sólo podemos acariciar en pocos momentos de la vida. Por eso, como estamos tan preocupados por la parte externa, la parte interna se queda vacía, no hay felicidad, nos agobiamos, lloramos y no encontramos felicidad alguna, porque no nos preocupamos de trabajarnos la parte interna. Hace falta dedicarle más tiempo, aunque ese tiempo sea toda una vida. Los soñadores, solitarios, raros, bohemios, estamos tan acostumbrados a cuidar nuestra parte interna, la trabajamos tanto, que hasta nos queda tiempo para cuidar la externa, merece la pena.
martes, 5 de julio de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)